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martes, 7 de abril de 2020

Sobre rerum natura



Una timidez desengañadora es la que precipita la marea del alado, una concurrente autopista se asoma sobre el lente opaco y un hermano esculpe los elocuentes discursos en el campo; un nombre cae de tus labios y es ahí donde las trompetas se derriten, donde la plaza es pública y los ladrillos se distorsionan para atravesar el cansancio de unas manos; manos velludas, aceleradas en el baile de tus poros para que el Ocre desdibuje la marca trazada en tu piel y las hormigas construyan aquellas fosas intachables de mi arquitectura estelar. El anunció es determinado cuando el preámbulo discurre por los cielos, un silencio enviste la Tierra y el Universo expele llamas por los vientos, y así; una vez más, nace y renace la somera cabellera que reluce con la muerte actual del vacío que nunca será llenado.
Rerum natura es una propuesta que nace de la profunda inquietud diaria que nos ofrece la naturaleza de los tiempos, de las cosas, es decir; una pequeña mirada que intenta pronunciar sílabas elocuentes al contemplar el camino que nos rodea la vida, el vuelo de los pájaros, la caída inerte de las hojas, el susurro de los peces, el destello fugaz de las abejas, el desplazamiento del escarabajo por la aurora, el canto sincero de los truenos, el ruido bramante de las olas, la petrificación de los átomos con el aire, la bella putrefacción de los cuerpos y por ente, la vida regeneradora que se desprende de ellos mismos. Desde mi pequeña visión, intento manifestar mi interpretación de algunos estudios simplistas de la línea, la forma, el espacio y el formato; materiales reales con el que se vuelve adhesivo el carbón, escudriñando en las afueras de la realidad en aquellos seres vivos como los son: los Ajos, los Pimentones y las Naranjas, para de ésta manera poder escupir aquellas dudas que refutan el constante ir y venir de los vientos, anunciando o plasmando así una pequeña muestra de un pensamiento tardío que pretende ser un objeto más de estudio por mi testarudo conocimiento inconforme; en verdad, rerum natura no deja ser uno más, de esos pensamientos que vuelan y revolotean, una vez ya cansados; se dejan atrapar por mis bastas manos, se dejan acariciar por mi vulgar ojo y sirven de alimento continuo para mi insaciable hambre, justo ahí, empieza el eterno trabajo de mi paladar mundano, qué lo único que hace es moler, masticar, chasquear, tragar, digerir, volver a masticar, vomitar y continuar con su alimento, para de ésta forma intentar calmar aquello que muy sensatamente intenta manifestarse en la cotidianidad de la vida, en el diario vivir, es allí donde reposa toda la forma abstracta y explícita que el universo intenta enseñarnos, es allí en donde nuestros cuerpos sirven de puentes transitorios para que la luz abrace a la oscuridad, para que la Tierra flote en los Océanos, para que la lluvia endulce al cálido fuego y puedan suspenderse en la armonía discreta del ruidoso caos.

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