Y fueron calladas las horas y fueron
silenciosos los pasos que alumbraban el camino, tan silencioso como el baño
caudal de la brisa.
El prólogo fue un anuncio que deseó sostener la caída magistral de mis
adentros, la relevancia elevó el pigmento sobre los Astros y los himnos
Homéricos destellaron en los oídos de tus cantos; nuevamente, la luz encegueció
la paráfrasis del espacio colmado con elocuentes versos en los labios,
proclamando el silencio de las frases.
Hemos de esperar a que los bajeles desciendan y manifiesten su gramática; enseñando nuevos símbolos para el cortejo habitual de las noches estrelladas, hemos de soñar con el fuego derretido sobre las venas, con el vuelo imperial de la colmena para que la miel empalague mi piel y mi lápiz proclame el súbito trazo de la hoguera, del misterio, de la mañana encadenada por los cielos, por el centro, por el silencio que muere en mis labios, mordiendo el aire y esculpiendo cantos de madrugada.
Hemos de esperar a que los bajeles desciendan y manifiesten su gramática; enseñando nuevos símbolos para el cortejo habitual de las noches estrelladas, hemos de soñar con el fuego derretido sobre las venas, con el vuelo imperial de la colmena para que la miel empalague mi piel y mi lápiz proclame el súbito trazo de la hoguera, del misterio, de la mañana encadenada por los cielos, por el centro, por el silencio que muere en mis labios, mordiendo el aire y esculpiendo cantos de madrugada.
Tomado de “Fragmentos rocosos que se invierten en la cálida añoranza temprana de
un 804, sustentando y subrayando al 1408.” 2017
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