Como la noche que se escribe con tinta, como los susurros de
mis parpados que deambulan en agonías extrañas, como lo es el viento que
ensalza a la tierra y la traslada hacia los misterios que se respiran en cavernas,
llenas de hielo tal vez o tal vez vacías de cuerpos que murmuran a lo lejos, y
chismosean escupiendo sílabas sin acento.
Mis farsas son desmentidas por la narración de tus rezos y
como la magia no abunda en el planeta, fui sustituido poco a poco por el
silencio de las estrellas, portadas de biblias enteras y sus letras que nunca
intentaron despertar mi delicadeza; un guion, un estúpido corazón se vacía al
ritmo de la playa y yo simplemente suspiro la salada espuma que se enreda en
las algas de la existencia.
Amaneció otra vez y aun describo los colores que visitan mi
alma, mi negra alma; no estuve gritando en el silencio, no estuve versando
paredes a los cuatro vientos, sólo mostré mis muelas a aquellos que mintieron
en mi oreja y limosnearon una razón al hablar con ellos; pidieron una moneda y
les entregué cien de ellas, abrieron la puerta de mi cabeza y les ofrecí mi
silla y también la alfombra que envolvía mi lengua… nunca entendí el sabor de
sus feos ojos.
Cansado de la cadera, con las
piernas adoloridas y sobre todo de la izquierda y por supuesto, de la derecha;
me pregunto: ¿Cómo no morir de tristeza si las ventanas miran lo que sucede con
mis venas y ellas ¡sólo pretenden pisotear mi caldera!? Murmurando los
destellos de la luna y rezongando liturgias que se repiten al ritmo cansado de
sus relojeras. Un asqueroso sonido inunda las calles y una putrefacta verdad
flota por las aceras, aplauden a la nada por la noche, justo a las 8 y nada se
detiene, todo sigue igual en sus alrededores; el humo de los carros aún espera
ser inhalado, la mentira de moda late en sus cabezas y el celular se recalienta
de tanto ser manoseado, porno, ruido y memes, otro juego por descargar -¿qué
más tienes de almuerzo?- economía o el dólar en subida, presidentes vendiendo
vacunas y el bazuco fumado por los indígenas: nueva receta para la cena; esto
es lo que somos, un virus que se aburre por estar en casa, un virus que
destruye todo lo que su apestosa mano alcanza.
Ay, la realidad se desborda en
las aguas y el oro es empleado para satisfacer los paladares de nuestra amada
masa, sin él no existirían las marchas y los tropeles, sin él no habría una
multinacional sedienta de vendernos electrodomésticos domesticados; ay, bella
palabra para una era inteligente y superior a las otras; letrada pero no leída,
escrita pero no entendida. Reggeaton, Silvestre Dangond ¿aún esperan a un dios
de su lado?
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