Muchos dicen que fue descrita en la naturaleza
de la noche, otros cuentan que se desplegó cuando las sílabas cantaban en el
acorde de la mesa y que manipularon los vientos para desechar todo naufrago del
desierto; desmoronando los pinceles del ensueño e interpretando los dibujos
escondidos, para cuando el pasto hable de murmullos cristalinos y pueda
descubrir a los astros caminando con el fuego nocturnal de los tiempos.
Los rincones se han dormido y la tenue brizna
de las ocho acaricia al sordo manantial en otoño, nuevamente el seco y distante
manifiesto de mis alas, encubre cada grano de temblor producido por la ira de
tu lira y cantan los himnos cuando vuelo… Apolo, Palas, Hefesto y Dionisio.
Una vez caminaron junto a la hoguera de mis
poros y los ciegos admiraban a la inquieta exclamación que producía los
vientos, se encendió calladamente el espejo de la metamorfosis rocosa; el
mediodía estaba en la casa de Alfonso y el viejo Andrés alimentaba al gato
calvo con algún cebo recolectado en la madrugada de septiembre. Brillo y luz,
sombra y penumbra, éstos fueron los principios básicos de todo horno, de
cualquier argumento que descendiera de la innombrable lejanía de los sueños, y
también éstos son los acordes de los que habla el ocaso en Agosto; sí, del
mismo modo en el que la esfera y el circulo rondaban sobre el papel gastado y
el triángulo con el cuadrado enfatizaban sobre el blanco y el negro, sobre el
gris y el resto.
En el mes siguiente; corrían con las manos
entre líneas y pescaban alguna gota de silencio con la lluvia y el suelo estaba
frío entre la niebla, ella abominaba su cabeza en las hojas húmedas, y más
tarde fue encontrando cerezas inexistentes entre versos y partículas pasajeras;
como era esperar, la caza fue suspendida por que todos veían las letras sobre
la tierra y nunca emplearon el insaciable aroma del melón maduro sobre la mesa,
particularmente se alimentaron con los ojos irritados y nuevamente creyeron que
mi dibujo era un acto de injusticia, que mientras yo insultaba al obeso de
conocimiento, el frágil de cerebro esperaba respuesta de mis lienzos. ¡No! es
inoportuno escribir para que el horizonte caiga en tus manos, es inadecuado y triste
saber que se me ha entendido, y más aún; es deprimente olfatear cada alago de
tu detestable lengua, o labios, o pasos y si se han marchitado los lienzos, es
porque deben esperar otros setecientos tantos para que desemboquen mis palabras
sobre las hormigas apropiadas, como mi lápiz lo ha hecho ésta misma mañana
cuando se acabó la semana pasada... y nunca dijiste nada.
2014
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