Mi información Personal

Mi foto
Bucaramanga, Santander, Colombia

martes, 7 de abril de 2020

Algo sobre el problema de lo estético.


Desde argumentos latentes y desde una interpretación coherente sobre la capacidad visionaria del hombre, animada por las refutaciones escolares de una calle disfrazada en los paradigmas de las artes; apoyado tal vez, en los campos del romanticismo y con un corazón pueril que tan sólo busca indagar en las preguntas absurdamente sinceras, cuando muy crudamente intentan desplazarse en la sonrisa amarga de una Bucaramanga que grita ser aceptada en el orbe contemporáneo de las expresiones artísticas.
He intentado hacer un vago recorrido desde la actualidad de los hechos comunes, que se entrelazan con la armonía elemental de los años. Es así que puedo declarar; qué en un principio, el hombre necesitó comunicar aquello que le acogía desde su visión humana y que de cierta manera atormentaba su capacidad de ser, es decir; de descubrir, indagar, expresar o manifestar cada susurro que el mundo pretendía e intentaba enseñarle. Para ello se apoyó en respuestas básicas como lo son la existencia de los dioses; atribuyéndole beneficios o maleficios a ellos mismos, pudo comprender que, en los astros miles de respuestas estaban esperando para ser descubiertas y que no muy extrañamente cada ser que habitaba éste planeta era parte del todo siendo el todo mismo. Poco a poco “muy seguramente” logró delinear cada escombro de su pensamiento, abstractamente lineal en los mundos de la forma, el volumen y el color; cosa que hoy en día conocemos como el dibujo o en algunos otros rincones del planeta como las letras, el aliento y, por ende, la pintura. Por medio de éste lenguaje, el hombre intentó lograr un acercamiento directo con aquello que le aquejaba o le ensalzaba; logra enunciar sus pensamientos en un mundo aún impreciso que se desenredaba en su pequeña visión como ser, pero más que nada, pudo realizar aquellos trazos que lo conectaban directamente con las preguntas y respuestas que dormían en cada anuncio del alba, en cada resurgir del alma o en el crepúsculo encadenado que reposaba sobre la caída de los años y desde allí, contempla el pigmento enrojecido en sus labios.
Como es notable, nada de ésta relación directa entre el hombre y el todo, llega a ser comunicable en las salas que se alaban a sí mismas ni en los artistas que hacen parte de un mundo contemporáneamente insolente, absurdo e incoherente; dicho esto, es deprimente contemplar, cómo el artista “desplazando al ser, al hombre” busca la fama, la aceptación, la mediocridad, el facilismo, el afán y por su puesto el consumismo; siendo capacitado e ilustrado para ser denominado muy orgullosamente el personaje principal de una comedia patéticamente real, que se manifiesta en la interpretación temprana de una ciudad joven, cuando intenta gritar entre ladrillos y nubarrones, entre bocetos e ilusiones, instituciones y pretenciosos cocteles que dormitan en el paladar ciego del espectador, del público que no entiende para qué o porqué una mancha de cualquier color puede ayudar a calmar la agonía o saciar la ansiedad de un mundo modernamente real e inusual. Los petulantes de la comedia, caminan por los parques inundando sus pechos al son de unos ritmos sin color o, mejor dicho, sin conocimiento de su Sol; desean firmar autógrafos y besar el mundo que muy sensatamente brilla a sus pies, tener mujeres al revés y de éste modo, creen que ellos son los comunicadores de lo que no se ve.
El problema de lo estético es algo serio; muy serio… y vemos cómo en todos los rincones de Bucaramanga la estética es llevada de la mano por unos trazos que apestan a cadmio oxidado en cuerpos mal logrados; sus figuras matachinadas latentemente destruyen la belleza que habita en sus aceras, vemos cómo sus espacios son invadidos por los vendedores de la verdad, de lo real, de lo inerte y la igualdad; así mismo, son curadores del intachable y fastidioso mal llamado arte conceptual, que lo único que pretenden y logran contener es el desahogo estúpido de su banal mediocridad, embriagar su conocimiento y ensuciar o distorsionar el ojo creador que se puede desarrollar en cualquier habitante de ésta ciudad; denigrando así, algún otro manifiesto pictórico-elemental que decide discurrir en la temprana mirada de un nuevo renacer, amanecer o un simple intento de embellecer el suave aroma de su niñez.

2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tan sólo un momento de razón

Casi siempre mis babas se derriten en los espejos y esa angustia se desliza cálidamente hacia el sendero de mi ocaso; por las noches de fr...