Es muy cierto que el público Bumangués es
ciego ante la situación pictórica que se plasma en su ciudad; por conveniencia
propia admite estar contemplando verdaderas obras de arte cuando simplemente
observa manchones y mamarrachos que se destiñen con la insensatez lineal de una
absurda metáfora pictórica, sirviendo de escondrijo para los estamentos de la
mediocridad, el facilismo, la pereza y la confortable comodidad que puede
llegar a experimentar un artista Santandereano, en una escena argumentada sobre
las calles de la ignorancia y la apariencia.
De éste modo los que dicen realizar labores
estéticas, argumentan sus nubarrones pictóricos con realidades como: “quería
ver la reacción del público” o “quería conmover y sensibilizar al espectador.”
En verdad, estas explicaciones no dejan de ser parte de un libreto más,
redactado en las instituciones o revistas de moda que particularmente abundan
en las cabezas y en los ojos de aquellos imitadores de lo mismo con los mismos;
sus tesis describen la magia del color e inscriben la farsa del color. Los
principios de la línea, la forma y el volumen, han sido reemplazados por el
todo vale, la inspiración y el libertinaje creativo, más no y nunca por la
libertad de la creación.
A decir verdad, el público Bumangués confía
ciegamente en que el arte puede calmar la sed de su piel; le ha confiado ésta
labor a un pequeño hombre que se hace llamar el “ser estético” y muy
tristemente, aquél ser sólo vive de las alabanzas y las canciones que se
dilatan en sus orejas; la belleza da vuelta y sus brazos se declinan en la
mirada de un nuevo baile… nace la tarde y muera la hora.
2016
Excelente... Felicitaciones... Que Dios siga iluminandote... Un gran abrazo...
ResponderEliminarGracias, me alegra mucho saber que te gustan mis escritos
EliminarMuy buen escrito, pronto visitaremos tus obras.
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te gusten mis letras
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